El exitoso experimento de un mundo sin patentes

Uno de los pilares fundamentales de la ciencia hacker se basa en la devolución de aquello que la ciencia genera a la sociedad en la cual se genera de forma inmediata y sin limitaciones. Hace ya algún tiempo escribiamos en otros lugares al respecto, pero se hace necesaria una aclaración específicamente dirigida al mundo de la ciencia. El primer motivo es contestar el comentario lanzado en un post anterior sobre la utilidad de las patentes como forma de financiar la propia actividad científica, actitud muy extendida en el mundo científico. La segunda razón de este post es tratar de promover otra actitud en el científico al respecto. Como mínimo aportar una visión alternativa sin entrar demasiado en la teoría, usando un ejemplo real y concreto. Un ejemplo de sobra conocido por todos los científicos.

Antes de nada un poco de contexto. La actitud del científico en general ante las patentes es la de gran parte del resto de gente dedicada a la innovación. Conseguir una patente es algo deseable. Algo completamente legítimo. No sólo son aceptables científicamente y útiles como promotoras de innovación, sino que son un objetivo científico. Sin embargo, como todo en el mundo de la ciencia, son un objetivo porque forman parte de lo exigible para conseguir financiación. Y quien exige eso es quien financia la ciencia. Y quien financia la ciencia tiene una mentalidad bastante diferente a la del propio científico. En los siguientes párrafos intentaré hacer ver que la actitud del científico ante la patente es exactamente la misma que ante las publicaciones Open Access o compartir los datos. Su aceptación dpende de en cuánto contribuyen a mantener la propia financiación. Sea por imperativo de la agencia financiadora o porque puntuan positivamente en los baremos de evaluación de proyectos.

Pero entremos en materia con la primera contradicción. La ciencia, tanto a nivel individual de cada grupo como a nivel institucional está aceptando el open access de forma muy rápida. No sólo, como decimos, por imperativo de las agencias financiadoras, sino por convencimiento de que el open access incrementa la accesibilidad y el impacto. Hasta el punto de que los guardianes de las esencias privativas, despues de dar la batalla y gracias a una oposición ideológica que comienza desde las ciencias duras (matemáticas, física…), empiezan a ver el Open Access como algo inevitable. El futuro de la publicación científica (sólo Plos One publica en estos momentos mas de 2000 articulos mensuales en abierto) pasa por el Open Access. Dos son los argumentos esgrimidos para que toda la ciencia, al menos toda aquella que es financiada con dinero público o de fundaciones, que es la mayoria, sea abierta. Quedémonos con ambos argumentos porque nos harán falta más adelante. El primer argumento es ideológico. Si la sociedad invierte en ciencia, la sociedad tiene derecho a acceder a esa ciencia sin pagar dos veces por ello y las instituciones defienden ese derecho de los ciudadanos que financian la ciencia. El segundo es utilitario. Publicar en abierto, al poder acceder todo el mundo, incrementa las posibilidades de que dicho hallazgo se conozca, se comparta y se reutilice. Es decir, incrementa el impacto del hallazgo y, en segunda instancia, la reputación del científico. Por estas dos razones, los cientificos se están moviendo masivamente al Open Access. Porque se lo exigen los que les financian y porque les interesa cientificamente.

Pero, ¿qué pasa con las patentes?… sorprendentemente pasa la contrario. Pero vamos a poner un ejemplo. El ejemplo de un exitoso experimento de un mundo sin patentes. Existe un mundo en que sus habitantes innovan a velocidades de vértigo (por poner un ejemplo pongo uno de los mios, pero vale cualquier tema). Las ideas no sólo no pueden ser mantenidas en secreto sino que se han de publicar con todo lujo de detalles si se quiere sobrevivir. Se han de publicar rápido, antes que los demás. Con la única ventaja de la experiencia previa, muy pocas veces con la ventaja de la posición. Y si existe posición es por el trabajo acumulado y la experiencia. El haber conseguido algo en un campo específico no asegura el éxito futuro a no ser que se mantenga el ritmo innovador. Y la remuneración depende no de la renta, no de la posición. No de un privilegio legal. Depende de la reputación. Ese mundo, como habréis adivinado es la propia ciencia. El científico depende, inicialmente, de tener capacidad de trabajo e ideas. Eso le reporta publicaciones. Las publicaciones, reputación (impacto, llamadlo como querais). La reputación le reporta financiación. Esa financiación depende hoy dia mayoritariamente de los organismos públicos y fundaciones pero en un futuro puede depender de ciudadanos anónimos, de asociaciones de pacientes, de filántropos, del crowdfunding… pero la forma será la misma. La reputación guiará la financiación. Si un científico para en seco de innovar en un plazo relativamente breve dejará de recibir dinero. Eso no sucede con una patente. Una patente asegura la posición por un plazo que, en la mayoria de los casos, es muy superior probablemente al de la vida útil del producto patentado. Obviamente hay cientificos que usan su posición, pero esa posición se la da la trayectoria, la experiencia y la tienen que pelear cada dia. Si yo me he dedicado toda la vida a la esclerosis multiple, tendré muestras, pacientes, experiencia, conocimientos, bases de datos, técnicas de inmunología, máquinas para inmunología, técnicos formados en inmunología… si me he dedicado toda la vida al cancer y ahora me quiero dedicar a la esclerosis multiple pues parto de una posición de desventaja pero puedo usar los recursos de los que dispongo para tratar, mediante una idea muy innovadora, de adelantar a aquellos mejor situados a priori. No hay barrera legal.

Todo el párrafo anterior resume una idea. Las patentes son monopolios cuya única razon de ser es utilitaria, premiar la innovación. Mejor dicho, premiar la innovación aplicada. Pero hay gente en el mundo dedicada a innovar por el mero hecho de innovar, de saber más (o ayudar al prójimo o mantenerse motivado, lo que sea). Y esa gente, sin ganar más dinero por restringir sus hallazgos y forzada a publicarlos, innova y genera nuevos conocimientos a grandísima velocidad (mucho mas desde luego que la generación de nuevos fármacos, por poner un ejemplo clásico de mercado privativo). No sólo eso, sino que a esa gente, la aparición de restricciones al conocimiento (sean las publicaciones privativas o sean las propias patentes de productos científicos) le supone trabas enormes a su capacidad. Una patente a un ELISA o a un Western-Blot habria finalizado hace 10 años aproximadamente. Si hasta hace 10 años hubiéramos tenido que pagar por cada Western-Blot o ELISA que hacemos porque una compañia posee esa patente, qué hubiera sido de la ciencia? Si el genoma humano hubiera sido patentado…¿podriamos usar ahora UniGENE, ENSEMBL, MEME Suite, por citar algunas entre las decenas de bases de datos de analisis genéticos? Seguramente toda esa eclosión de herramientas habria sido imposible.

Entonces… ¿por qué los cientificos, que abrazan el Open Access, tienen las patentes entre sus objetivos?. Por lo mismo por lo que abrazan el Open Access pero con una confusión en el medio. Las patentes forman parte de los «requisitos» de los gobiernos para que un grupo sea financiado (es decir, el imperativo institucional). Y los cientificos creen que las patentes incrementan su reputación por ese mismo motivo (y porque les da dinero cuantificable). Si no fuera por esas dos cosas los cientificos no gastarian ni un minuto de burocracia en patentar. Pero si ha quedado mas o menos claro que, desde el punto de vista utilitario, como el Open Access, la consecución de patentes no es, en absoluto, beneficiosa para el científico, además, nos queda el otro argumento. El ideológico. Que, no sabemos por qué extraña circunstancia, en este caso, no sigue la lógica que las instituciones y los propios científicos aplican al Open Access. No hay que olvidarse que la ciencia se paga, mayoritariamente, con dinero público y de fundaciones. El objetivo de la ciencia y el motivo por el que recibe dinero publico no es que los cientificos vivan mejor y se puedan financiar de otra manera (como apunta el comentario de «Debate Interno»). El motivo es mejorar la vida de la gente. Y por eso, si la divulgacion de los hallazgos ha de ser gratis para no pagar dos veces lo mismo, lo mismo vale para el producto de los hallazgos. Para el propio hallazgo. Es inmoral que una molécula descubierta con esfuerzo público (o descubierta gracias a la ingente cantidad de información generada por el esfuerzo público, por el comunismo de los científicos) sea patentada, la patente comprada por una empresa especializada y repagada de nuevo a precio desorbitado por aquellos que la financiaron en primera instancia. Por ponerlo claro: Si la integrina alfa-4 se descubre gracias a becas publicas y se ensaya y demuestra efectivo su bloqueo en ratones con «esclerosis multiple» gracias a becas publicas, ¿por qué ahora hay que pagar 30000 dolares cada año por cada paciente tratado con dicha aproximación?. Hay mas de 100.000 pacientes con esclerosis multiple tratados con natalizumab, echad cuentas anuales solo para una enfermedad y un tratamiento. Además, si patentar no sólo no acelera sino que frena dramáticamente la innovación, ¿no le estamos dando dos patadas a la vez a quienes financian la ciencia que no son otros que sus beneficiarios finales, los ciudadanos? Frenamos los hallazgos y se los hacemos pagar a precio privativo. Exactamente la lógica contraria a lo que aplaudimos con el Open Access.

La batalla de acabar con las patentes se libra en la ciencia. Porque los científicos saben que la innovacion no depende de que se proteja la posición del innovador artificialmente mediante un monopolio, sino precisamente de todo lo contrario, de que no se proteja la posicion de ninguna manera más que la generación de mas innovación. Si los cientificos, paradigma clásico de lo que la sociedad entiende por innovar (lo siento por el software), abrazan el Open Access y rechazan las patentes, el resto de ámbitos caerán sin remedio. El exitoso experimento de un mundo sin patentes será adoptado por el resto de ámbitos (no sin lucha, la lucha de las rentas, obviamente). La economia puede dar el argumento teórico pero la ciencia aportará el experimento real de cómo basar el progreso en la innovación competitiva y la remuneración en la reputación. Pero para eso hay que convencer a los científicos. Y los científicos no suelen atender a ideologías. Suelen atender a razones y, si, a mandatos y baremos institucionales. Así que ya sabemos dónde hay que librar la batalla por una ciencia hacker. En nombre de la innovación pero, sobre todo, en nombre de quien la financia.

Firma por la ciencia de acceso abierto

Una petición cortita…Hace un par de días que la propuesta de que toda la ciencia financiada públicamente ha de ser abierta por ley fue lanzada en la web de la Casa Blanca. Aunque no seas ciudadano americano puedes votar para que se lleve a cabo. Ni que decir tiene que lo siguiente debería ser dirigirnos a nuestros propios gobernantes. Pero si los referentes mueven ficha mejor que mejor…
Aquí el enlace.

La pirámide de la comunicación (científica)

Hay una estructura, en medio del «nuevo mundo» de las redes sociales, que no cuesta aceptar como una de las más deseables. Se trata de lo que la Indianopedia ha dado en llamar la «pirámide del compromiso» (que también ha sido recogida numerosas veces por el Antroposcopio de querolus). Básicamente se trata de una subida por peldaños en la generación de valor: desde el mero conocimiento de una «marca» (adhesión, publicidad) hasta la génesis de una identidad, de una verdadera comunidad. Para ello hay que ir ascendiendo por niveles como son la mera adhesión (los «me gusta» del Facebook, sin ir más lejos) o la participación por medio de blogs generadores de contenidos (lo que, por el momento, tratamos de hacer aquí). Parece, sin embargo, que, como Maslow, esta misma forma es la que pueden adoptar los distintos flujos de la comunicación, la científica incluida.

Mucho se debate sobre el papel de las redes sociales y/o la blogosfera en relación con los medios de comunicación «generalistas». Incluso de cuál debe ser la evolución de estos últimos con el avance de las nuevas tecnologías, no sólo en cuanto adaptación al mercado, sino también sobre el papel que deben tener: si deben tender a ser  agencias de información o generadores de opinión. Y hasta qué punto siguen teniendo la exclusiva de la necesidad. En medio de este (trascendental) debate, la forma de la pirámide parece perfilarse como una atractiva opción. Un ejemplo bastante esclarecedor es el que ha tenido lugar hace unas semanas, con motivo de la salida a la luz pública del Proyecto Lazarus, a cargo de la investigadora Almudena Ramón Cueto.

El proyecto Lázarus ha sido organizado por familares de pacientes con lesión medular. Su propósito es recaudar mediante crowdfunding unos 700.000 euros, necesarios para llevar a cabo un ensayo clínico con 5 pacientes. Dicho ensayo consiste en el transplante de células nerviosas (procedentes de la glía del bulbo olfatorio) que se espera puedan restaurar la función medular perdida. Hasta aquí nada parece anormal. Pero:

El 6 de marzo de 2012 apareció en la cuenta de twitter de David Villa (el jugador del Barça, sí) un anuncio de difusión del proyecto. Pero el contenido, al parecer, no era del todo tranquilizador. Aparece entonces la base de la pirámide: @maikelnaiblog, bloguero del grupo Amazings realizó una pequeña investigación del asunto y publicó esta entrada: Proyecto Lazarus: ¿es ético saltarse los pasos sanitarios habituales? Lo que @maikelnaiblog resalta es que la doctora Cueto, aun perteneciendo al CSIC (institución rigurosa, en principio) ha tenido bastantes problemas con el Centro de Investigación Príncipe Felipe -en el que trabaja-, y que ya no recibe financiación del propio CSIC. Además, da a conocer que en el año 2000 publicó un artículo exitoso sobre el mencionado transplante en la prestigiosa revista Neuron, pero que desde entonces no hay trabajos en primates (siguiente paso necesario para llegar al ensayo clínico en humanos). Y concluye: «No tengo medios ni tiempo para investigar. Probablemente si lo hiciera me encontraría además con una demanda a la que no puedo hacer frente, pero me gustaría dejar el guante lanzado para que algún medio se pusiera manos a la obra.»

Es decir, solicitaba ayuda al siguiente escalón. Él, como parte de la «vasta horizontalidad» había detectado algo que creía debía investigarse. Pero ese no es su trabajo, ni probablemente su cometido. Sin embargo su labor puede ser crucial para que los cazadores de noticias «profesionales» tengan redes que lanzar.

El guiñó lo recogió el periódico El País, de la mano de Jaime Prats, que publicó el artículo «Alerta entre los científicos por una colecta para curar a parapléjicos» y en el cual, de una forma mucho más contextualizada y con la opinión de diversos «expertos» y profesionales relacionados, enriquece el debate (aun dando mayor calado a la postura crítica previa de Amazings). Pero además, cada escalón de la pirámide es susceptible de ser revisado, como hizo Pere Estupinyá en su tracker del MIT. Pere se hace eco de los distintos pasos de la historia, e incluye: «Parece que sí es precipitado realizar tales intervenciones en pacientes, y es lógico que las autoridades sanitarias no autoricen estos estudios. Otro asunto es si con el dinero de una fundación privada podrían ser permitidos. El comité de ética del CSIC todavía no se ha pronunciado. pero de momento, las notas de Amazings y El País ya han hecho la importante labor de moderar las exageraciones que se habían vertido sobre un proyecto en investigaciones que no están tan claras como sus responsables apuntan.»

Y lo han hecho en forma de pirámide.

Una pirámide cuya base está viva, se mueve, y debe crecer.

El prestigio de los científicos

Es probable que, en ocasiones, salgamos de lo estrictamente científico o de lo estrictamente hacker para aportar ideas no del todo maduradas acerca del proceso de hackerización de la ciencia. Hoy, me temo, será uno de esos días. Espero sepan disculparme y que puedan aguantar hasta el final del post para ver si al final ha tenido sentido el descarrile. Tambien me disculparé porque los ejemplos sean muy «biomédicos», pero ese es mi contexto.

Para empezar voy a poner una frase de @jlori que he leido hoy, en un artículo de El Mundo,  al respecto de gente cualquiera que se ha hecho famosa en twitter:

«La popularidad de una cuenta en Twitter», agrega, «en el caso de autores que no tenían una marca o reputación previa, está directamente relacionada con el valor que aporta a sus comunidades de referencia. Ese valor puede originarse en la calidad de la información, la agudeza de las opiniones, el dominio de la ironía o del humor, la capacidad de provocación o la originalidad de los contenidos«.

Y vamos a resumir esto de otra forma: si tienes la posibilidad de ser evaluado por cualquier «consumidor» porque las herramientas te lo permiten, tu reputación dependerá de la capacidad que tengas para aportar valor añadido a la red que te ha permitido difundir tu «producto». Que cada quien cambie consumidor y producto como quiera. Esto, que ahora es una perogrullada, no lo es tanto en cuanto a qué tenemos que hacer para ser reputados, prestigiosos. Siguiendo con el ejemplo del humor, la capacidad de ser prestigioso de Martes y Trece dependía, en parte, de su capacidad pero mucho tambien de como estuvieran posicionados respecto a los gestores de contenidos de TVE. Dependía de las rentas. Cuanto mas distribuida es una red, cuanto menos filtros predeterminados tiene, mayores son las probabilidades de que la reputación en dicha red dependa sólo de lo que se aporta a la red exclusivamente, ya que la posición previa, si os fijáis en el gráfico, es igual para todos. O , al menos, tiende a ser lo mas igualitaria posible:

Y esto vale para el cine, para los medios de comunicación, para la economia… y para la ciencia.

En la ciencia, otra perogrullada, el prestigio es fundamental. No porque eso lleve a ganar más dinero, o no de forma sustancial, sino porque casi exclusivamente de ello depende tu «factor de impacto» y, por tanto, la financiación de tus nuevos proyectos. Por tanto, cogiendo la frase de @jlori por los cuernos, el prestigio de un investigador cualquiera en la ciencia depende de:

1. Que exista una herramienta, sin más filtros que los legales, que le permita llegar a todos aquellos rincones en los que su «producto» puede ser interesante.

2. Que produzca contenidos considerados relevantes por su comunidad (sea la comunidad de gente interesada en mecánica cuántica o en la célula B).

Y yo añadiré una terecera cosa que, en el ejemplo del humor en twitter no importa, pero en la ciencia si:

3. Que la relevancia de los contenidos sea mesurable de una forma objetiva y que todo el proceso sea verificable y contextualizable.

Ahora desarrollaremos un poco los 3 puntos, pero antes lean cuáles son las profesiones mas valoradas en España. Con las particularidades de cada cultura, coinciden bastante bien con las de otros paises más reputados. Y con las de paises no tan reputados. Es indudable que influye la percepción que se tenga de lo que la profesión aporta a la sociedad. Es indudable que enfermeras o médicos salen en los primeros puestos por el tipo de labor y en el contexto que la desempeñan. Pero ¿por qué los científicos y no los periodistas? Ambos buscan la verdad para mejorar la sociedad. Yo diría que la búsqueda de la verdad de los periodistas es, incluso más relevante para la sociedad que la de los científicos. Sin embargo, no salen muy bien parados…¿Acaso no hay vanidad, lucha por poder, peleas, intereses, etc en la ciencia también?.Piensen el por qué, yo me inclino por algo que tiene que ver con el tercer punto.

Siguiendo con la ciencia, que es lo que nos ocupa, hemos de reconocer que los 3 supuestos que hemos planteado como necesarios para adquirir reputación en el mundo científico y para que esa reputación se corresponda con el valor de la aportación a la red se cumplen bastante bien. Pero hay camino de mejora:

1. La primera condición para lograr que un investigador se convierta en prestigioso es que exista la posibilidad de que todo el mundo pueda acceder en igualdad de condiciones a herramientas que permitan la divulgación de sus resultados. Eso en la ciencia se conseguía mediante las revistas científicas. Las revistas científicas tienen una doble función aseguran la divulgación y determinan la reputación de lo publicado. Antes de internet la reputación de un científico (salvo las grandes figuras) solía estar restringida a su propio campo. A aquellos que, por su propia formación y por estar suscritos a las mismas revistas o sociedades científicas, hacían de interlocutores científicos del investigador en cuestion. Luego llegó internet y la generalización del uso de PubMed y, aunque todavía no podemos acceder a todo de todos, por lo menos podemos acceder a los abstracts de todo y a una gran parte de los contenidos completos. En la ciencia que viene, en la ciencia hacker, podremos acceder a todo gratis. No me cabe la menor duda. Osea que, al primera condición, si bien no se cumple del todo, se cumple en gran parte y experiencias como arXiv, Mendeley o PLoS nos sugieren que pronto podremos acceder a todo. Sin restricciones. No hace falta recordar que la herramienta que posibilita eso es internet. No cualquier internet. Una internet libre y neutral. Este punto lo explica mejor Peter Binfield, editor de PLoS:

[youtube=http://www.youtube.com/watch?v=D0Iguwaj6pQ]

2. La relevancia de los contenidos se puede medir de muchas formas. La más común es el factor de impacto de la revista en la que se publica. Digamos que ha servido bastante bien para detectar buenas publicaciones y para generar reputación allí donde era merecida pero es un sistema francamente mejorable. Tiene dos problemas fundamentales: que se acepte tu artículo en una revista depende del valor del artículo, en buena medida, pero, a veces, tambien de lo amigo que seas del revisor que te toca, de una llamadita por aquí al editor, del país del que proceda un hallazgo (digamos que, a priori, es mas creible un paper de EEUU que uno de la India)… Es decir, tiene un punto de subjetividad. Lo cual es desastroso para generar una red estrictamente meritocrática. El segundo punto controvertido es que, aunque en una revista buena, generalmente, hay buenos artículos, a veces, conseguir impacto es más importante que la propia veracidad del artículo. A veces, que algo sea controvertido es beneficioso en si mismo, aunque no sea del todo veraz o el proceso tenga lagunas. Desde la vida basada en el arsénico hasta las vacunas y el autismo. Como decían en un editorial del Annals of Neurology: «extraordinary claims need extraordinary evidence». Y a veces la «extraordinary evidence» se sacrifica en pro del impacto. O, a veces, la amistad con el editor, permite colar articulos malos en revistas muy buenas. Y, por tanto, un investigador con un artículo muy malo puede beneficiarse enormemente en las convocatorias de becas por estar en una revista buena mientras que en un sistema en el que se premie exclusivamente el valor del hallazgo y no el de la revista en que está publicado, nunca saldría beneficiado. Quien tiene que dar relevancia al hallazgo es la comunidad (me refiero a la comunidad real en la que ese hallazgo puede ser relevante). Y esa relevancia no (sólo) debe establecerse a priori (peer-review pre-publicacion) sino tambien a posteriori (peer-review post-publicacion, citaciones, comentarios en blogs, descargas…). Y esto último es importante, ya que un hallazgo puede parecer muy relevante pero, a veces, sólo tu «peer» más cercano en la red, sólo el que se dedica a algo muy parecido a lo tuyo, tiene la capacidad intelectual y material de rebatirte con experimentos o argumentos. Por eso ha de poder comentar a posteriori sin la intercesión de ningún editor que le seleccione a priori. Y esto enlaza con el tercer punto.

3. Algo fundamental para que un hallazgo sea relevante es lo fiable que sea el hallazgo. En una red distribuida cualquiera la relevancia en la propia red de un individuo depende de su reputación y su reputación depende del valor que añada lo conseguido a su comunidad (cientifica o no) y, muy importante, de lo verificable que sea ese logro y del contexto en que se consigue. En el caso de un programador de software libre (paradigma de hacker) su verificación depende de que la línea de código que cree funcione o no y de la utilidad de esa línea de código. Eso le dará reputación. En el caso de un científico: su «impacto» depende de la relevancia de las conclusiones a las que llegue en sus estudios, conclusiones que deben atenerse estrictamente a sus resultados y éstos a los métodos con los que se han obtenido. Eso le dará la reputación. Y algo mas. Depende tambien de que sus conflictos de intereses estén meridianamente claros. Las conclusiones de un estudio sobre un fármaco pueden tener mucho impacto por ser científicamente muy relevantes y metodológicamente intachables aunque el científico esté patrocinado por la compañia que produce el fármaco. Pero las conclusiones de un estudio sobre un fármaco pueden no ser tan relevantes en la red si son científicamente muy relevantes pero metodológicamente discutibles y el científico está patrocinado por la compañia en cuestión. Si eso no se aporta se está ocultando una parte muy importante de la verdad, la verdad del contexto.

Si esos conflictos suceden en la ciencia y se ha considerado necesario su clarificación estricta por cada científico para el conocimiento de la verdad, a pesar de trabajar en un campo en el que la trazabilidad y verificación de los resultados es una rutina,  qué no debería de suceder en el periodismo… Y vuelvo a lo de las profesiones mas valoradas: periodismo y ciencia buscan la verdad en ambitos relevantes para la gente. El periodismo investiga verdades incluso más relevantes. Pero la diferencia entre ambas que hace que una sea reputada (y aporte, a criterio de los ciudadanos, valor añadido a la red) y la otra no, no es el acceso a herramientas que permitan la difusión libre, ni la relevancia de los hallazgos. La diferencia es la trazabilidad, veracidad y la revelación de los conflictos de intereses. Y esto se lo pueden aplicar los economistas, los historiadores, los sociólogos, los políticos y todos aquellos que aspiren a hacer «ciencia». No vale sólo con poner la palabra en el nombre.

La primavera cientifica

Uno de los aspectos fundamentales en la transición hacia la ciencia hacker es la apertura completa de los trabajos de investigación. En estos momentos en que publicar y alcanzar una distribución global es tan fácil como escribir en este blog, las editoriales científicas han perdido el sentido. No queda mucho para que veamos que toda la ciencia que se publique sea abierta, pues las partes implicadas generadoras de la información salen ganando: las instituciones (financiadoras) se ahorrarian un buen pico y los científicos (ejecutores) podrían acceder a todo lo que quisieran. Hablaremos largo y tendido al respecto, pero de momento, un bocado de la mano de este buen reportaje en The Guardian y el editorial que lo acompaña.

Y aprovechando el mensaje, una llamada a la presión a nuestros propios gobiernos. Si el NIH, la Wellcome Trust o el Max Planck ya exigen la publicación en abierto de los estudios financiados con su dinero, con mas razón el FIS, que somos más pobres que ellos.

Un inicio

Michael Nielsen es uno de los máximos defensores e impulsores de lo que se ha dado en llamar Open Science. Hace unos meses publicó un libro titulado Reinventing Discovery, que comienza tal que así:

 

«Tim Gowers is not your typical blogger. A mathematician at Cambridge University, Gowers is a recipient of the highest honor in mathematics, the Fields Medal, often called the Nobel Prize of mathematics. His blog radiates mathematical ideas and insight.

In January 2009, Gowers decided to use his blog to run a very unusual social experiment. He picked out an important and difficult unsolved mathematical problem, a problem he said he´d «love to solve.» But instead of attacking the problem on his own, or with a few close colleagues, he decided to attack the problem completely in the open, using his blog to post ideas and partial progress. What´s more, he issued an open invitation asking other people to help out. Anyone could follow along and, if they had an idea, explain it in the comments section of the blog. Gowers hoped that many minds would be more powerful than one, that they would estimulate each other with different expertise and perspectives, and collectively make easy work of his hard mathematical problem. He dubbed the experiment the Polymath Project. «

***

«Tim Gowers no es el típico blogger que podrías esperar. Matemático de la Universidad de Cambridge, Gowers posee lo que se considera como el más alto honor en matemáticas, la Medalla Fields, a menudo llamado el Premio Nobel de matemáticas. Su blog irradia ideas y conocimientos.

En enero de 2009, Gowers decidió utilizar su blog para poner en marcha un inusual experimento social. Escogió un problema matemático especialmente difícil e importante, un problema que dijo «le gustaría resolver.» Pero en lugar de afrontar el problema por su cuenta, o con algunos colegas cercanos, decidió afrontarlo de una forma completamente abierta, utilizando su blog para publicar las ideas y los progresos parciales. Pero no sólo eso: además envió una invitación pidiendo ayuda a otras personas. Cualquiera podía seguir su desarrollo y, si tenían una idea, explicarla en la sección de comentarios del blog. Gowers tenía la esperanza de que la mente de muchos sería más poderosa que la de uno solo, que se estimularían unos a otros con diferentes experiencias y perspectivas, y que el conjunto facilitaría el trabajo de resolver su complicado problema matemático. Llamó a a su experimento el Proyecto Polymath.

Nosotros lo llamamos La Ciencia Hacker.

Un ejemplo

Para que no se haga muy pesada la digestión de las primeras ideas qué mejor que un ejemplo corto. En cinco minutos de video Jay Bradner, investigador del Insituto Oncológico Dana-Farber adscrito a la Universidad de Harvard explica cómo, tras encontrar una molécula prometedora, su publicación libre (en lugar de patentarla) les ha llevado a acelerar de forma muy importante la investigación en una enfermedad prácticamente desconocida y a incrementar su relevancia científica. Es decir, la devolución de su descubrimiento al dominio público, lejos de perjudicarle, ha aumentado su reputación (algunos lo llaman factor de impacto), lo que ha determinado una enorme cantidad de colaboraciones con otros grupos  y, por tanto, ha contribuido decisivamente a acelerar la investigación en el, de momento incurable, carcinoma de línea media. Pasen y vean, una sencilla declaración de intenciones:

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La cuenta atrás

La Ciencia Hacker empieza hoy su cometido. Nace con la intención de recopilar textos y reflexiones que permitan madurar una serie de argumentos en torno a la necesidad de impulsar la apertura, colaboración y cambio de actitud del científico ante su trabajo y el de sus compañeros. La idea última era publicar un libro con dichas reflexiones pero los autores hemos pensado que se hace camino al andar. Aunque la perspectiva sigue siendo la mism hemos pensado que la mejor forma de dar forma a los argumentos del libro es teniendo la discusión en abierto. Aportando reflexiones largas y pequeñas ideas que puedan dar pie a un debate que enriquezca el contenido del libro. En cualquier caso, si el objetivo final, por lo que fuera, no llegara a materializarse, siempre quedarían como aportación los posts del blog.

Por ello invitamos a quien quiera debatir, sugerir temas o colaborar, que se pase por el blog y nos critique, divulgue o felicite (si fuera el caso). Todo ello, servirá para, al menos, agrupar en torno a este sitio a aquellos que crean que una perspectiva hacker en la ciencia puede ayudar a mejorar su eficiencia y su impacto en la sociedad.

Arrancamos.