Paradójicamente tuvo que ser de algo que me frustra y que, por tanto, intento rehuir. Pero tenía que ser, como siempre ha sido y siempre será. Dulce y sosegada según parece. Como siempre fué, ya, ella. Madre Maria de diez, abuela para muchos, bisabuela al cubo, aunque ella no lo llegara a saber (o recordar). GANAS infinitas a pesar de la pereza de los años y las ausencias. Nudo de nylon en la red que hoy, inevitablemente, empezará a destejerse. Y si no, será por ella. Hoy oficialmente, pero dejó de vivir hace tiempo. Eso sí, llevaba décadas en el cielo. Un beso yaya. El último.