Porque la objetividad claro que existe. Existe como existe el coraje, la libertad o la justicia: como un ideal. No es posible ser perfectamente iguales, ni del todo libres, pero a nadie se le ocurre decir que la igualdad o la libertad son invenciones.

Sobre la objetividad,  enorme artículo del enorme Kiko Llaneras.

Este tipo de conversación es frecuente en los comentarios del blog de Arcadi Espada y es una discusión clave. Kiko Llaneras menciona la ciencia pero yo no estoy tan seguro que en el sentido correcto. Los científicos son los primeros en ser conscientes de que la objetividad es un ideal y que, como tal, no viene de serie, por tanto se han de poner todos los remedios, todos los paños calientes para atajar los sesgos, la inexactitud, toda la truthiness (gran palabra de Colbert). Tan es así que en la ciencia, ámbito que aspira a resolver la verdad material del mundo, los garantes de la objetividad, son otros sujetos, peers que, con sus propios sesgos, no pocas veces,  discrepan entre ellos. ¿Quiere eso decir que no existe la objetividad? No, eso sólo quiere decir que no puede alcanzarse valiéndonos únicamente en nuestra intuición o nuestro método. Nuestro cerebro, sin ayudas externas (software, checklists, algoritmos, aleatorizaciones, ciegos, capacidad de computación, colegas, estadística, y, muy importante, disclosures) está neurocientificamente imposibilitado para la objetividad y ser conscientes de ello y ponerle remedio es el primer paso para conseguir la objetividad. La objetividad es actitud, método, herramientas y auditación externa. Pensar que objetividad soy yo o este con el que yo estoy de acuerdo es, precisamente, el mejor camino hacia el triunfo de la subjetividad.