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Objetividad (o casi)

Porque la objetividad claro que existe. Existe como existe el coraje, la libertad o la justicia: como un ideal. No es posible ser perfectamente iguales, ni del todo libres, pero a nadie se le ocurre decir que la igualdad o la libertad son invenciones.

Sobre la objetividad,  enorme artículo del enorme Kiko Llaneras.

Este tipo de conversación es frecuente en los comentarios del blog de Arcadi Espada y es una discusión clave. Kiko Llaneras menciona la ciencia pero yo no estoy tan seguro que en el sentido correcto. Los científicos son los primeros en ser conscientes de que la objetividad es un ideal y que, como tal, no viene de serie, por tanto se han de poner todos los remedios, todos los paños calientes para atajar los sesgos, la inexactitud, toda la truthiness (gran palabra de Colbert). Tan es así que en la ciencia, ámbito que aspira a resolver la verdad material del mundo, los garantes de la objetividad, son otros sujetos, peers que, con sus propios sesgos, no pocas veces,  discrepan entre ellos. ¿Quiere eso decir que no existe la objetividad? No, eso sólo quiere decir que no puede alcanzarse valiéndonos únicamente en nuestra intuición o nuestro método. Nuestro cerebro, sin ayudas externas (software, checklists, algoritmos, aleatorizaciones, ciegos, capacidad de computación, colegas, estadística, y, muy importante, disclosures) está neurocientificamente imposibilitado para la objetividad y ser conscientes de ello y ponerle remedio es el primer paso para conseguir la objetividad. La objetividad es actitud, método, herramientas y auditación externa. Pensar que objetividad soy yo o este con el que yo estoy de acuerdo es, precisamente, el mejor camino hacia el triunfo de la subjetividad.

Hilos // Citas (a ciegas)

Hilos

Un día estaba en la puerta de Arrels, despidiéndome del director, y se acercó un hombre con barba y bastón, bien vestido. El hombre me preguntó si yo era Martí Gómez y si no me acordaba de él. No me acordaba. Resulta que cuando yo estaba en El Correo, él era el jefe de Relaciones Públicas. Y ahora vive gracias a un centro de acogida. Pensé: “¿Qué le ha pasado durante estos años y qué me ha pasado a mí?” Lo fácil es responderse: “Bueno, es que yo he trabajado”. Sí, pero quizá él también ha intentado trabajar. Es la imagen de la cuerda con que amarran los barcos, compuesta por hilos entreligados. Un día se corta el hilo del trabajo, el tío tiene vergüenza y no lo dice y deja de ver a los amigos. Segundo hilo cortado. Como no tiene trabajo ni amigos, bebe. Tercer hilo cortado. Como no tiene trabajo, no tiene amigos y bebe, la mujer está hasta los cojones y le echa de casa. Se corta el último hilo y el hombre se convierte en un barco a la deriva.

Jose Martí Gómez, en la maravillosa entrevista de Enric González para Jot Down

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