El calambre era necesario. Ahora hay que consolidar su contundencia. Precisar las propuestas reales. Descartar las idioteces. No ceder a la dulzaina de la autocomplacencia. Esa morfina es mala. No basta con ser buenos rapsodas. La calidad de una protesta debe poder evaluarse con sólo pisar la calle y testar que este entusiasmo es más que un géiser de vapor cabreado, otra forma de hacer política. De exigirla. De participarla.

Antonio Lucas «Puerta del Sol». El Mundo 21.05.2011