antroposcopio

Oteando ideas, actitudes y comportamientos

Autor: querolus (página 3 de 12)

Citas (a ciegas)… Ni contigo ni sin ti

Ni Cataluña será independiente ni dejará de intentarlo

El extranjero profesional

Y por qué votar no es solución si no se desactiva primero la inmoralidad argumental que lleva a solicitar la votación

Héroes contra el Leviatán

Hace año y medio que no escribo…pero ayer vi citizenfour y no me podía quedar callado. Se trata de que hay gente que está en su bien pagado trabajo, a quien espera su novia de diez años, que se rodea de gente que hace exactamente su mismo trabajo, que tiene amigos que no le juzgan por ello, que la mayoría de sus conciudadanos están de acuerdo con lo que hace y, sobre todo, que su trabajo lo paga el gobierno más poderoso del mundo, la burocracia más perfecta, dotada y eficaz, teóricamente como salvaguarda de su libertad y del mundo libre. Y sin embargo…tira toda su vida por la borda por una idea de lo que debería ser. Por una idea fuerte pero respetable, por una idea concienzudamente madurada pero, ni mucho menos, de consenso (al menos hasta que él apareció). Por la idea de que el Estado no puede hacer lo que le de la gana siempre que quiera. De que no puede vigilar a todo el mundo (todo el mundo, en este caso, es literal) sólo porque puede hacerlo…Por la idea de que eso no es algo que se parece a lo que hace el totalitarismo sino que eso es totalitarismo.

Vamos a dejar de lado que «me reconocerás en el lobby del hotel porque llevaré un cubo de Rubik» y, en un documental grabado en momentos de extrema tensión, el cubo aparezca varios dias despues resuelto en un plano irrelevante del documental. Lo realmente extraordinario es la serenidad, la paz, el descanso, el alivio que parece sentir Snowden justo cuando acaba de tirar su vida por la borda. Es ese alivio el que hace pensar que no es que tenga los cojones del caballo de Espartero (perdón) es que sabe que no va a poder vivir con ese secreto. Prefiere que aparezca la posibilidad de morir o vivir encerrado para siempre a los 29 años que justificar lo que hace. Como Manning. Uno no imaginaba a los héroes tan enclenques. Pero más allá del heroismo y de lo evidente que parece la lucha de Snowden y lo comprensible que es que nadie luche hasta tal nivel de riesgo por algo aparentemente tan inofensivo como la pérdida de privacidad (que se produce en la mayoría de casos, no lo olvidemos, de forma voluntaria y consciente), a mí citizenfour me retrotrajo unos cuantos años atrás.

El meollo es algo que a mí me ronda la cabeza desde hace 20 años. Hace mas o menos ese tiempo me hice voluntario de la Cruz Roja. Sacábamos a pasear a chavales con parálisis cerebral. Y lo mismo nos disfrazábamos que íbamos de museo. Y todo estaba bien salvo que tuve muchas veces la sensación de que la prioridad no era la actividad, sino que la actividad era la excusa para que la organización siguiera existiendo. Pero si los recursos escaseaban, se sacrificaban actividades, y nunca nada de la aparatosa burocracia. Pero bueno, Cruz Roja es una organización gigante, fuertemente burocrática.

Poco después estuve en IFMSA y  una vez se nos ocurrió, bajo el paraguas del comité de SCORA acudir al centro de menores de Sograndio a dar unas charlas sobre SIDA. Alguno de los que allí había, más listo que nosotros, nos preguntó directamente, si íbamos a dar la charla sólo para hacernos los pijos solidarios. Y la verdad es que ellos sabían de SIDA bastante más que nosotros. IFMSA tenía (y sigue teniendo) muchos comités. Pero el más exitoso es SCOPE que, básicamente, sirve para viajar por el mundo con la excusa de la medicina. Lo verdaderamente importante en IFMSA era irse de viaje. No participé de ninguna actividad cuyo objetivo fueran políticas concretas.  O cuando la cosa se ponía laboriosa, confrontada con autoridades o aburrida, se dejaba y a otra cosa mariposa. Muchas veces pensé (y compartí con compañeros) que, por mucho que nos intentáramos engañar, IFMSA no existiría si no fuera por los viajes.

Ya para acabar…soy asociado de dos Sociedades Científicas. Una local y otra internacional. Y, sin entrar en detalles, de nuevo, sus cometidos, sus aims, son la excusa para algo mucho menos prosaico, la perpetuación de las propias sociedades, de las estructuras de poder y los conflictos de interés que dentro de ellas mismas se generan. Y así podría enumerar decenas de ejemplos: asociaciones culturales, partidos políticos, sociedades deportivas…

¿Qué tienen en común Cruz Roja, IFMSA, la SEN, la PNS y la NSA/Gobierno de los EEUU?  Que todas ellas son burocracias. Y que todas ellas, como tales, tienen agendas propias de justificación, sostenibilidad, crecimiento y perpetuación que están por encima de aquellos objetivos para los cuales fueron teóricamente creadas. Cada una de ellas a su nivel pero todas con la misma forma de actuar. Los recursos, la ética, las decisiones estratégicas, priorizan, primero, la supervivencia de la burocracia y sus conflictos de interés y, segundo, llevan a cabo su cometido teórico. No entro a juzgar moralmente los actos de unas y otras. Es lógicamente peor lo que hace la NSA que lo que hace IFMSA. Pero la lógica de funcionamiento es la misma. La burocracia tenderá a negligir las señales que cuestionen su propia inutilidad, ineficiencia o inmoralidad y tratará de expulsar (voluntaria o forzosamente) a aquellos que cuestionen la propia burocracia. Y esa forma de proceder, que en la Cruz Roja es una lástima y en la NSA un horror, es, aparentemente, inevitable.

Los mensajes que transmite el documental son mucho más poderosos que el detalle colateral que yo me he quedado. Pero me inquieta, de forma extrema, que no exista organización que, aparentemente, se autoregule sin conflicto, de forma que lo que esté salvaguardado sea el objetivo por el cual la burocracia nace y no la organización interna de la propia burocracia por encima del objetivo. Porque eso quiere decir que las primarias de los partidos políticos, las asambleas generales de las asociaciones o empresas y, lo más importante, el voto de los ciudadanos informados, es irrelevante si los incentivos que la burocracia gobernada por dichos organismos tiene para hacer algo distinto a lo que debería hacer son más fuertes que el voto de sus representados.

Lo bueno para los Jonases que vivimos dentro de la panza del Leviatán es que siempre habrá algún Snowden que esté dispuesto a tirar su vida por la borda para que los demás sepamos que las cosas deberían ser de otra manera, aunque sea imposible cambiarlas.

Ved el documental. Veréis pocos igual de buenos. Y de paso, ved por qué el documental es importante:

Por una Post-PostAntiPsiquiatria, o Psiquiatría a secas…

Seguramente me estaré metiendo dónde no me llaman, pero hace tiempo que vengo dándole vueltas a la profunda ideologización que, en mi opinión, sufre la Psiquiatría. Por un lado quería organizar mis ideas y, por otro, tratar de contrarrestar algunos argumentos que se reiteran desde varios ámbitos de mi entorno académico, personal y cibernético. Intentaré concretar mis posiciones que, como se puede ya intuir, no congenian mucho con las de algunos de mis interlocutores habituales sobre el tema. Para empezar con los disclosures, no soy Psiquiatra sino neurólogo y hago ciencia, biomédica, de pipeta, reactivos y cultivos en el ámbito de la neuroinmunología. Estoy suficientemente interesado en la psiquiatría como para sentirme relativamente actualizado y suficientemente lejos como para no participar de sus dinámicas (que no siempre son las de la medicina convencional, neurología incluida). Veo a diario pacientes con otras enfermedades con síntomas psiquiátricos debidos a esas enfermedades y veo a diario pacientes con síntomas psiquiátricos co-mórbidos y no relacionados con las enfermedades que trato.

El punto de partida es una simple observación personal: no conozco ningún psiquiatra de mi entorno que haga ciencia básica. Los pisquiatras de mi centro son lo más cercano a ello pero, a pesar de su perspectiva biologicista, están centrados en la terapéutica y, sobre todo, en la imagen. El desencadenante de este post, una sesión reciente presentada en mi servicio, por parte del servicio de Psiquiatría, sobre aspectos neurodegenerativos en las enfermedades psiquiátricas.

En dicha sesión se plantearon muchas cuestiones interesantes, pero hubo un momento curioso. En una pregunta a la presentadora, hice una aseveración que causó mucha sorpresa e hilaridad: «Pues yo creo que los psiquiatras tenéis pocas categorías diagnósticas». Todos los que hayáis llegado hasta aquí os habréis dado cuenta de que en la narrativa standard de las corrientes psiquiátricas críticas (luego nos dejaremos llevar por las corrientes) y no sin cierto oportunismo, uno de los principales motivos de rechazo del manual DSM-V, la biblia de los diagnósticos psiquiátricos, es su meticulosidad diagnóstica. El DSM incluye la categorización como enfermedad de respuestas adaptativas a los problemas de la vida diaria (como el duelo) o la patologización de personalidades o reacciones que podrían considerarse dentro del espectro de variabilidad normal, siempre y cuando no entendamos por normal «varón, blanco, anglosajón, académico, bien posicionado, encargado de decidir quien tiene o no una enfermedad». No puedo estar más de acuerdo con (algunas de) las críticas y, en particular, con esos dos aspectos.

Entonces, ¿por qué digo que faltan categorias diagnósticas?. Vayamos a la raíz del problema. El problema único y exclusivo es que los diagnósticos, tanto los que generan rechazo como los que generan más consenso está basados en la semiología, es decir, en el conjunto de síntomas y signos que hacen (relativamente) homogéneo un cuadro clínico y, por tanto, clasificable bajo un espectro. Esto tampoco sería especialmente grave si en la psiquiatría hubiera «signos», detalles semiológicos objetivables en una exploración física (como, por ejemplo, la ausencia de reflejos o los crepitantes bibasales). Es decir, la clasificación de las enfermedades psiquiátricas se realiza casi exclusivamente en función de los síntomas, de lo que el paciente refiere. Por poner un ejemplo burdo: es como si el manual de diagnóstico endocrinológico clasificara las enfermedades endocrinológicas por la presencia o ausencia de sed. No importa que el diagnóstico real fuera una potomanía, un tumor hipofisario, una diabetes autoimune o la reacción normal después de practicar un deporte extenuante… No, en el hipotético manual constaría: SED. Y se trataría con agua. Una manifestación de una enfermedad psiquiátrica, un tumor, una enfermedad autoinmune o una respuesta fisiológica se tratarían con agua. Donde realmente quiero llegar es a la absoluta falta de marcadores diagnósticos objetivos, de clase alguna, ni biológicos, ni de imagen, la relativa ausencia de esfuerzos sistemáticos por lograr esos marcadores y, lo que es peor, dado el fracaso hasta la fecha en tal empresa, la eventual negación del papel central de lo biológico en la aparición de enfermedad psiquiátrica. Hasta el punto que desde los editoriales de la disciplina hermana, se les tenga que llamar a los psiquiatras al orden un poco…¿Qué puede llevar a un neurólogo científico editorialista a entrar al trapo y llegar a decir que la discusión sobre el DSM-V llega a ser «embarrasingly nasty»? Mejor dicho, ¿qué lleva a que un debate, teóricamente científico, se encone de tal manera? Que, en realidad, no es (sólo) un debate científico. Es un debate ideológico. La ideología aporta un marco de principios a priori desde el que solucionar problemas de la vida real, allá dónde la ciencia no llega, con acciones concretas lógicas, técnicas y económicas  idealmente juzgadas únicamente en base a la convergencia de los resultados obtenidos con los esperables según el marco a priori. Pero eso no es válido para la ciencia en ningún caso. Y cualquier disciplina que pretenda serlo (ciencia), y espero que la Psiquiatría lo pretenda (no lo intentaré con la historia o el periodismo), debe huir, como de la peste, de esa tentación ideologizante. Nadie, de ninguna otra disciplina médica, aceptaría, bajo ningún concepto, la incorporación de un método diagnóstico o de un tratamiento en el proceder normal de una enfermedad sin ceñirse exclusivamente a que ese diagnóstico o tratamiento venga avalado por unos estudios. No es objetivo de este post entrar en si hay mala ciencia y mala farma, que las hay, vaya que si las hay. De lo que hablamos es de aceptar como perfectamente normal, casi de forma standard, que el diagnóstico sea opinable. De aceptar como algo casi consustancial a la disciplina que haya corrientes, escuelas, identificaciones políticas, referentes ideológicos… Me gustaría ver la cara de incredulidad de algún físico al oir hablar a algunos psiquiatras…

Pero volvamos al carril…¿por qué pienso que faltan categorías diagnósticas?. Teniendo en cuenta que la ausencia de marcadores diagnósticos objetivos es general en la psiquiatría, el pollo ya está montado. En el momento en que el diagnóstico sea opinable todo lo que venga detrás está viciado. Porque, ojo, para incluir pacientes en los estudios los incluimos en base a categorías semánticas discretas (tiene o no tiene esquizofrenia). Y como hemos quedado que dichas categorías se organizan en base a unos síntomas poco objetivables, pues la ciencia que salga de ahí será ciencia con muchísimos defectos. Alguno dirá… menuda gilipollez, yo se diagnosticar perfectamente  a un esquizofrénico. No, campeón, tú sabes reconocer síntomas incorporados convencionalmente a la categoría semántica esquizofrenia. Una de las ventajas de la neurología es que es hermana de la psiquiatría y ya ha pasado por lo que está pasando ella. Los neurólogos, cuyos diagnósticos durante mucho tiempo (todavía hoy), se basaban en la semiología, pudieron ir comprobando en un azote de humildad, cómo las pruebas, la anatomía patológica, las necropsias, les quitaban la razón muchísimas veces. No os podéis imaginar la cantidad que hay de crisis epilépticas facticias o conversivas, la cantidad de demencias vasculares diagnosticadas de Enfermedad de Alzheimer, la cantidad de temblores esenciales diagnosticados de Enfermedad de Parkinson, la cantidad de crisis parciales diagnosticadas de ictus… la cantidad de errores diagnósticos que las pruebas han sacado a la luz. Y, aún con pruebas, algunos errores existen… Qué pasará sin ellas, sin sistematización. Si hay médicos que han tenido que, literalmente, probar el pis de la gente para saber si aquella sed  de la que hablábamos era una diabetes insípida o una diabetes mellitus, ¿qué hace pensar a los psiquiatras que la explicación de sus pacientes de sus delirios y alucinaciones auditivas es mejor que las descripciones que hacían los pacientes de su sed en aquel entonces?¿ Como llegan a la conclusión de que eso les va a guiar decididamente en el camino hacia el diagnóstico, que es el camino a la causa y al tratamiento, sin bajar a la arena y probar el pis de sus pacientes?

Y seguimos con la tesis… la homogeneidad de la esquizofrenia, del trastorno bipolar o del trastorno obsesivo compulsivo, por poner algunos ejemplos, es, métanselo en la cabeza, UNA ILUSIÓN. ¿Que, cómo lo se?. Hace un tiempo unos señores le pusieron a una enfermedad en la que los pies y manos estaban débiles o tenían deformidades, el nombre de Charcot–Marie-Tooth. Era una sóla enfermedad y miren en qué se ha convertido esa homogénea enfermedad. Hubo otro tiempo en que había una cosa llamada diabetes mellitus (esto ya era después de haber probado el pis), ahora no parece que sea tan fácil (más allá de los dos subtipos clásicos). Hubo otro tiempo en que había algo llamado epilepsia, miren en qué follón se ha convertido. En otro tiempo hubo una enfermedad súper-específica llamada distrofia de cinturas. Fíjense cómo era de específica. Y algunos pensarán, claro, es que pasa lo mismo que en el DSM-V. Y yo les digo, no. Pasa exactamente lo contrario. De unos diagnósticos genéricos basados en la semiología (pongan aquí esquizofrenia), la irrupción de la clasificación minuciosa (los neurólogos parecen coleccionistas de mariposas), de las pruebas complementarias, de la genética y del conocimiento de la fisiopatología, han llevado a que se descubra una plétora de causas diversas para el mismo síndrome. Hasta el punto de que, a veces, lo que era una enfermedad psiquiátrica como la epilepsia (todavía hay quien así lo considera) hoy tiene causas autoinmunes, genéticas, tóxicas, vasculares, metabólicas, degenerativas, traumáticas… Imagínense que meten en un Genome Wide Association Study a todos los pacientes que tienen el diagnóstico semiológico de epilepsia. ¿Qué pasaría? Que no saldría nada (o casi nada), como pasa en la esquizofrenia. Pero el lost in diagnosis no es el único problema de la psiquiatría. El fundamental es, en mi opinión, como decía arriba, el lost in science. No me refiero con esto a toda la psiquiatría. Me refiero a una gran parte de la psiquiatría, especialmente de mi entorno, pero, obviamente, cada vez hay más gente dedicada a combatir eso.

Y vamos al meollo… Entre los psiquiatras está sorprendentemente arraigada la noción de que, en realidad, la biología no tiene un papel fundamental en las enfermedades psiquiátricas. Peor: Algunos niegan la existencia de enfermedades psiquiátricas. Eso es muy curioso por dos razones: La primera porque si nos ceñimos al concepto convencional de «enfermedad», cualquiera que haya visto SUFRIR  a un depresivo melancólico, a un esquizofrénico o un TOC, reconocerá que eso son enfermedades. La segunda es que, si aceptamos que son enfermedades, y negamos su origen biológico, es aceptar, en pleno siglo XXI, el dualismo cartesiano (en qué tesituras nos encontramos todavía). Si no existe un alma fuera del cuerpo, no se entiende cómo el cerebro (del que emanan todas las funciones complejas sociales, conductuales y emocionales) pueda ser el único órgano que no enferma. Si otras funciones superiores, radicalmente fundamentadas en el cerebro y impresionantemente moduladas por el ambiente como el lenguaje, desaparecen al enfermar el cerebro, ¿cómo explicamos que no suceda con otras funciones superiores?.  Yo lo veo más de esta manera… dado que yo, con mis ojitos, no puedo ver el CO2 de la atmósfera, eso quiere decir que sí, que hay cambio climático, pero el CO2 no es la causa. Las herramientas, amigos, son muy importantes (además de los diagnósticos). Porque, cuando uno ve que la esquizofrenia tiene una heredabilidad del 81% mientras una enfermedad, absolutamente «biológica» como el infarto de miocardio no llega al 30-50%, pues da que pensar. Algunos dirán, oye, pero si has dicho antes que en los GWAS de la esquizofrenia (he cogido este ejemplo y ya no lo suelto) ¡no sale nada!. Bueno, porque el no ver nada no sólo puede pasar cuando no hay nada, sino cuando no miras bien (que se lo digan a nuestras madres). Eso depende de tus herramientas… Si tú descartas que la genética pueda jugar un rol en una enfermedad con una heredabilidad del 80% porque las odds ratio de los GWAS son ridículas es que no tienes ni la más remota idea de ciencia. Y ahí es donde está el problema. Los GWAS miran variantes comunes, polimofismos o SNPs. ¿Qué pasa si miras variantes raras?. Pues que el Nature de esta semana te dice, en dos artículos, que muchas mutaciones claramente disruptivas (y no pocas con poca influencia), que además afectan particularmente a redes sinápticas, pueden jugar un papel importante en la esquizofrenia. Explicado más llanamente. ¿Qué pasaría si en una enfermedad decididamente hereditaria, monogénica, mendeliana, como el Charcot-Marie-Tooth que hemos visto antes hiciéramos un GWAS? Pues que no saldría nada…o, perdón, quizá saldría que las odds ratio de cada gen encontrado son muy bajas. ¿Por qué, si es hereditaria?. Porque Charcot-Marie-Tooth es una categoría semántica, no patológica, que incluye en su interior, decenas de enfermedades diferentes causadas por mutaciones diferentes. Si tú buscas la «causa» (luego iremos a ese concepto abstracto) del Charcot-Marie-Tooth, lo que encuentras es nada, porque a la naturaleza, si le preguntas por un concepto semántico que tú, gracias a tus percepciones, sentidos y bagaje ideológico, te has inventado, te responde que manzanas traigo…que le preguntes algo en su idioma y que traigas un traductor que entienda. Que te preguntes por qué tanta heredabilidad perdida.

Y sigamos profundizando… dentro del Charcot-Marie-Tooth no todo es lo mismo, claro que no, el gen más frecuente es el PMP22 que se presenta con un fenotipo, pero hay otros genes con fenotipos diversos, mas o menos parecidos, causados por decenas de genes. Pero hay algo aún más interesante y que me gusta como «metáfora». Dependiendo de cómo sea la mutación, un defecto en el PMP22 se puede manifestar como Charcot o como susceptibilidad a las parálisis por presión. Desde el punto de vista semiológico, cosas casi en las antípodas. Desde el punto de vista patogénico, misma enfermedad. Un gen con una función concreta y poco glamourosa que disfunciona y que, según como sea el daño en él, se manifiesta de forma radicalmente diversa. Con un matiz… es un gen que en uno de sus fenotipos, para que éste se manifieste, requiere de un factor ambiental necesario. En la susceptibilidad a las parálisis por presión hay un factor externo precipitante, la presión, el golpe, la compresión del nervio. La gente no tiene un pie débil habitualmente por cruzar las piernas un rato largo. Esta gente sí. Y esa susceptibilidad, aparentemente relacionada con un factor ambiental, tiene una base genética, hereditaria, monogénica, mendeliana (autosómica dominante, para ser exactos). Supongo que ya sabéis dónde quiero llegar.

En ningún caso argumento que la esquizofrenia (insisto, podría utilizar otros ejemplos) sea una enfermedad hereditaria, sino que, como no puede ser de otra forma y los datos experimentales apoyan, tiene una clara base biológica y que si todavía no se entiende dicha base es que las herramientas no son adecuadas. Pero, como en todas las enfermedades de todos los tipos y todos los órganos, el ambiente juega un papel clave. En las enfermedades complejas, entre las que se encuentran muchas de las psiquiátricas, eso es fundamental, pero también en las hereditarias, como hemos visto antes. Lo que se llama «variabilidad alélica» va, precisamente, de eso. De que, o bien por la influencia de otros genes o bien por la influencia del ambiente, el fenotipo resultante no tiene por qué ser homogéneo ni siquiera en las enfermedades más determininistas como las hereditarias. Una influencia clara es el ambiente. Y además, el ambiente influye en las enfermedades, en multitud de ocasiones, independientemente de la causa de base. Por seguir con ejemplos neurológicos, un epiléptico, independientemente de la causa de su epilepsia, puede ver empeorar dramáticamente su epilepsia en el contexto de alcohol o drogas, de falta de sueño, del ayuno… eso aunque la causa original de la epilepsia sea hereditaria, autoinmune o vascular. Es decir, que haya eventos estresantes, emociones, situaciones personales o, incluso, motivos socio-económicos que influyan en la aparición o manifestación de una enfermedad es algo perfectamente normal en otras enfermedades. En algunas de ellas, como la epidemia de obesidad y diabetes de los EEUU, las variables ambientales pueden ser claves. En otras, el efecto del ambiente puede ser muy marginal. Pero los factores ambientales son, en contadísimas ocasiones, la causa suficiente. ¿Qué quiero decir? que aunque el estudio de los factores ambientales y aspectos no-biológicos de una enfermedad sean importantes, no sustituyen, o no lo deberían hacer, al estudio del resto de variables, incluidas (y fundamentalmente) las biológicas. La diabetes tipo II puede tener un gran componente ambiental, sin embargo su tratamiento efectivo se realiza con fármacos que, implican un conocimiento del funcionamiento de la homeostasis de la glucosa. Nuestras estrategias deben incidir en los factores ambientales en tanta medida como sea oportuno, pero a nadie se le ocurre dejar de lado la vertiente biológica. Por dos razones: porque por un lado hay factores ambientales inmodificables. Nuestros allegados van a seguir falleciendo, seguirá habiendo bancarrotas y seguirá habiendo malos tratos. Y porque por otro lado, a pesar de erradicar el factor ambiental, la «enfermedad» puede autoperpetuarse o permanecer y requerir, igualmente, de un tratamiento biológico. Si la estenosis es del 95% da igual que dejes de comer bollicaos, te tienes que hacer una endarterectomia o ponerte un stent si no quieres tener un infartazo.Exactamente lo mismo en Psiquiatría. De ahí que negligir los aspectos biológicos, en realidad, sea negligir a los pacientes. En todas las enfermedades existen recursos que se dirigen al abordaje de los distintos aspectos de la enfermedad. A bote pronto, en el abordaje, manejo y alivio de las enfermedades neurológicas juegan un papel: rehabilitación, fisioterapia, terapia ocupacional, ortopedia, logopedia, genética, inmunología, bioquímica, neuropsicología, farmacología, enfermeria, servicios sociales… es decir: MEDICINA. Lo mismo ocurre con la diabetes o con el lupus. Su abordaje jamás se piensa (o no debería) desde el reduccionismo biológico pero la potenciación del resto de recursos y herramientas no mina en absoluto, como sí parece hacerlo en la psiquiatría, su naturaleza eminentemente biológica.
En este sentido creo que gran parte de la culpa la tiene (tambien en otras disciplinas) el pensar en términos de «causas». Hay enfermedades con causas claras (pongamos, la polio). Pero incluso en esas enfermedades su aparición depende, en realidad, de una compleja red de factores. Desde la biología de sistemas se están haciendo enormes avances en la modelización de las enfermedades de todo tipo superando el paradigma de «una causa, una enfermedad» de la misma forma que se modeliza la climatología o la tectónica de placas. Problemas complejos requieren aproximaciones originales (y complejas), no la negación del problema. De nuevo, la psiquiatría no es, en absoluto, una excepción.

Finalmente, una cosa curiosa de la Psiquiatría (al menos desde algunos ámbitos) no es ya que se niegue siquiera la existencia de enfermedad psiquiatrica, sino que todavía hoy, eso constituye una corriente aceptable desde algunos sectores del mundo académico. En gran parte, esas corrientes prentenden eliminar el estigma que supone la enfermedad psiquiátrica. Bajo esa perspectiva, el paradigma biológico, supondría un mayor estigma que otro tipo de abordajes. De nuevo, como punto de partida, creo importante desmitificar, de nuevo, la peculiaridad de la psiquiatría. Toda enfermedad comporta un estigma. Algunas más que otras, pero no, de ninguna manera, las psiquiátricas más ni en mayor medida. Podríamos hablar desde una perspectiva histórica de lo que supuso la lepra o la peste (ejemplos radicales de estigma), pero desde una perspectiva actual yo puedo hablar del tremendo estigma social y laboral que supone el diagnóstico de esclerosis múltiple. La adición de la «etiqueta» y su divulgación por parte de los pacientes a su entorno, supone un cambio drástico en su calidad de vida. Pueden estar perfectamente asintomáticos, mantener sus tareas habituales, sus amigos… pero su calidad de vida cae, entre otras cosas por cómo el entorno (familiar, laboral, etc) reacciona. Es decir comporta un estigma. Si les quitáramos la etiqueta, si nunca se la dijéramos, esa parte de sufrimiento desaparecería. De hecho, una de las recomendaciones más enérgicas suele ser que el diagnóstico, a no ser que sea estrictamente necesario, no salga del entorno más inmediato. Si alguien está bien, no tiene por qué sufrir por algo innecesario. Sin embargo, si bien quitando la etiqueta podemos aliviar cierto sufrimiento, quitar la etiqueta no elimina la enfermedad. Si la enfermedad se manifiesta causará, por si misma, sufrimiento. Hay muchísimos pacientes diagnosticados de EM. Muchos jóvenes, como en las enfermedades psiquiátricas. El sufrimiento derivado del estigma se ha de tener en cuenta, dentro del abordaje integral que mencionabamos antes. Pero no hay paciente menos sufridor que el que no tiene síntomas o cuyos síntomas no le condicionan su vida diaria. Y eso no se consigue quitando las etiquetas. Algunos pacientes consiguen estar sin síntomas y sin tratamiento, otros necesitan terapias endovenosas agresivas para conseguirlos y otros tienen síntomas todo y con tratamiento. Desgraciadamente es así. Es decir, que haya pacientes que puedan tener unas pocas de alucinaciones encapsuladas y que no necesiten tratamiento no difiere en nada de quien tiene unas parestesias que no le molestan y que no tratamos habitualmente. El bordaje personalizado forma parte del ars médica, de ser proporcionado y de la máxima hipocrática del primum non nocere. Ahora, que esa flexibilidad, algo habitual en todas las enfermedades, desde la hipercolesterolemia (tratable con dieta, con fármacos o con cirugía bariátrica) hasta la espondilitis anquilosante (tratable con piscina, con indometacina o con adalimumab), lleva a una enmienda al paradigma bio-médico psiquiátrico me parece una barbaridad.  Dicho esto, en todas y cada una de las especialidades médicas hay buena y mala ciencia, buena y mala farma, tratamientos farmacológicos y tratamientos complementarios pero sólo en la Psiquiatría esas polémicas llevan a cuestionar la naturaleza de la ciencia misma.

En la Psiquiatría, a veces, da la sensación de que hay que tomar partido. El abordaje psico-social y el biológico se valoran como una disyuntiva. Incluso con manifiestos y posicionamientos de nombre atractivo, que en otras disciplinas serían impensables. Es decir, de nuevo, la ideología. A veces, pero esta es una impresión personal, tengo la sensación de que es precisamente esa dialéctica, esa necesidad de ideologización, la que motiva a algunos psiquiatras, lo que les aleja decididamente del resto de disciplinas. Tanto en formas como en «mindset«. La Neurología va en el penúltimo vagón del tren de la medicina, pero siempre mirando hacia atrás a su hermana la Psiquiatría, cuyos revisores se pelean por si soltarla o no del tren. La Neurología aprende constantemente de la práctica psiquiátrica, pero ésta, en multitud de ocasiones, muchas más de las deseables, se empeña en independizarse, en desvincularse. Incluso, me atrevería a decir, se atreve a menospreciar los abordajes sistemáticos de sus disciplinas hermanas. Los neurólogos leemos neurología y bastante psiquiatría, pero, además de psiquiatría, ¿a quien leen colateralmente los psiquiatras? ¿Editoriales de revistas de Neurologia o los libros de Lacan? En la respuesta a esa pregunta se juega el progreso del último vagon de la Medicina y de los pacientes que van en él. El progreso de una disciplina genuina y puramente médica.

La Psiquiatría, a secas.

Nuestro problema es la obediencia civil... Dicho clara y meridianamente por Howard Zinn, en boca de Matt Damon:

 

Via Ad Astra Errans

 

Citas (a ciegas) / Stateless Society

Our goal is not to assume leadership of existing institutions, but rather to render them irrelevant. (…) We don’t want to take over corporations and make them more ‘socially responsible.’ We want to build a counter-economy of open-source information, neighborhood garage manufacturing, permaculture, encrypted currency and mutual banks, leaving the corporations to die on the vine along with the state.

Kevin Carson en Center for a Stateless Society.

El mundo de Black Mirror ya está aquí…

El mundo evoluciona generalmente a mejor, pero no siempre… La prueba más clara es cómo vive el fan del siglo XXI los conciertos de sus grupos favoritos. Hablamos de concierto, pero podríamos hablar de las fiestas patronales, de los eventos deportivos, de eventos reinvindicativos… Y el cómo los vive espontáneamente, sin presión externa, es, exactamente, como nunca habría imaginado Orwell: con una cámara en la mano, constantemente.

Hay millones de ejemplos, pero a veces ponerlos gráficamente, da una idea de la magnitud del desastre:

 

Cómo se vive una de las canciones más emblemáticas de uno de los grupos que más pasiones mueve en uno de los recintos más grandes para este tipo de conciertos que se puede encontrar en España. El mejor riff de bajo de la década y uno de los mejores inicios de canción de rock destrozados por un público distópico:

Hysteria, Muse. Estadi Olimpic de Montjuic (Barcelona). 2013.

 

Cómo se vivía en concierto la misma canción hace 9 años, cuando se popularizó:

Cómo se vivía una canción con un comienzo similar en un concierto de un grupo de características similares hace, tan solo, 12 años:

Where the streets have no name, U2. Slane castle. Slane. Irlanda

 

En Black Mirror dicen que enseñan el presente, no un futuro distópico. Absolutamente cierto.

Citas (a ciegas) / Internetfobia

Todo el artículo es extraordinario, pero el último párrafo es casi un poema:

La imagen deformada de internet proviene del tremendismo de los medios de comunicación, aterrados por su supervivencia como medios unidireccionales controlados por el dinero y el poder, a pesar del periodismo profesional. De la fobia de intelectuales que perdieron el monopolio de la palabra. Del miedo de los gobiernos a una ciudadanía informada, capaz de autocomunicarse y autoorganizarse. Del temor de burocracias que basan su autoridad en el control de la información. Y de nuestro espanto a saber quiénes somos tras las celosías de la hipocresía social. Temer a internet es temer la libertad.

Internetfobia, por Manuel Castells en La Vanguardia

Citas (a ciegas). La decadencia del Estado-Nación

En el post anterior hablábamos de la necesidad de cambiar el relato de uno basado en el Eatado-Nación a otro basado en comunidades reales. Un paso crucial para el cambio de paradigma es que la izquierda tradicional ha dejado de idolatrar al Estado como solución. Empiezan a darse cuenta de lo que supone en realidad ceder toda la soberanías al Leviatán. Todo el escándalo del espionaje masivo por el programa Prism ha puesto de relieve varias cosas cruciales según John Robb. A mi me han llamado la atención estas dos, en tanto que refuerzan la idea de que el Estado-Nación está en decadencia y de que en realidad no ve a sus integrantes como ciudadanos, sino como súbditos y, especialmente, como potenciales enemigos. Robb lo dice mejor:

this activity is clear proof that the government security system increase views all Americans as potential enemies

since the nation-state derives most of its legitimacy from its ability to deliver security to citizens, this failure is more proof that the nation-state is in decline as a form of governance.

Lo dicho, el enemigo no es quienes ocupan los Estados, sus capturadores, sus dirigentes, el enemigo es la propia naturaleza omnímoda del Estado.

Lastre del siglo XX que soltar (2): el Estado-Nacion. (O de la necesidad de un nuevo relato para cambiar la historia)

Cuando uno se queda sin los circuitos cerebrales que aseguran la memoria, como en la psicosis de Korsakoff, no sólo pierde la capacidad de retener eventos sino que pierde los hitos que guían el relato interno. La característica fundamental de dicha psicosis es la fabulación: los pacientes inventan una historia falsa pero que une de forma coherente unos elementos dados que pueden no tener relación entre sí. Generan un relato ficticio que una los puntos relevantes de la historia interna. El cerebro no lanza pantallazos azules o errores de sintaxis, simplemente inventa líneas que permitan seguir ejecutando código. Como dice Roger Highfield en Edge a cuenta de la necesidad de un relato en la ciencia:

Hay una predilección humana por hacer narrativas de cualquier cosa que nos rodee, a ver una agencia en las oscuras sombras y mensajes en las estrellas. Con estas pautas podemos encontrar héroes también. Las historias que crean héroes son importantes porque pavimentan reputaciones, vitales para la evolución de la cooperación, mediante un mecanismo llamado reciprocidad indirecta.

La memoria no es un registro de todos los eventos que nos suceden. Es sólo el registro de todos los eventos emocionalmente relevantes. Esos eventos son los hitos en el camino, las entradas en el timeline, los elementos clave de la historia. Pero el hilo que los une, el camino que los recorre no queda registrado y, por tanto, es susceptible a la fabulación, a la ficción y, ojo, a la manipulación. Cuantos más hitos relevantes queden registrados más fidedigno será el relato, la narración, a lo acontecido realmente. El registro de los hitos dependerá de tres cosas: de lo emocionalmente relevantes que sean los eventos que llevan al registro de un hito, del tipo de connotación emocional (positiva o negativa) a la que se haya asociado el evento y del tiempo que haya pasado desde su acontecimiento. El relato, es decir, la conexión entre hitos y su contexto, dependen de dos cosas a priori: de los prejuicios y de los intereses del narrador, y ambos, a su vez, dependen de la experiencia previa, de los hitos ya registrados. En definitiva, el relato biográfico, histórico, político e incluso el científico, están muy condicionados por las emociones del narrador. El gran valor que aporta el método científico para evitar los sesgos de la emoción es que el relato se ha de ceñir a unos métodos y las conclusiones a los resultados. De esa forma, aunque no se demuestre experimentalmente cada paso, cada mecanismo, se garantiza un alto nivel de veracidad en dichas conclusiones, incluso cuando se especula.

En los últimos tiempos, especialmente en Las Indias, pero en otros muchos lugares y a cuenta de diferentes temas (del nacionalismo a la crisis) he visto muchos textos destacando la importancia de elaborar un relato como paso fundamental en el cambio (o refuerzo) de un paradigma. La idea fundamental es que la consecución de logros, particularmente, logros comunitarios depende de la cohesión de la comunidad que los ha de llevar a cabo y la cohesión depende de que dicha comunidad sea una comunidad que comparte motivaciones, intereses y objetivos. Compartir todo eso implica un bagaje emocional común que incluye experiencias emocionalmente relevantes (hitos) comunes y un relato que de cohesión a esos hitos. No sólo eso, puede que también sean imprescindibles actos comunitarios que ayuden a consolidar, transmitir y perpetuar ese relato. Es decir, seguramente son tambien imprescindibles los mitos y los rituales. En resumen, la comunidad real necesita de una religio (en oposición a una superstitio).

La narrativa política estándar se basa en la lógica del Estado-Nación. Los análisis, las estadísticas, los marcos legales, las soluciones… prácticamente todo lo que articula la vida comunitaria se basa en una comunidad imaginaria (dentro de la cual puede haber identidades diversas, clases sociales alejadas, etnias, religiones y creencias dispares y, lo que es peor, objetivos divergentes) que es la Nación. El conjunto de normas y relaciones dentro de los elementos de esa comunidad imaginada configuran el Estado. Pero en una sociedad como la actual, extremadamente plural, versátil y nómada, la lógica del Estado-Nación se agrieta, hace aguas. Por varias razones que en Las Indias aglutinan bajo el término «descomposición«, pero de las cuales destacaría dos:

  • Por un lado por un problema de escala. El Estado-Nación es un mastodonte de dificil manejo, rígido hasta la exasperación y lento en sus resultados, lo que contrasta con la velocidad a la que se mueven las periferias del sistema, en cualquier sentido. Esta misma razón de escala es la que hace del Estado-Nación el objetivo idóneo de los capturadores de rentas y, por tanto, de que los objetivos de dicho Estado-Nación en no pocas ocasiones sean directamente contrarios a los objetivos de sus ciudadanos, integrantes teóricos de dicho tipo de comunidad.
  • Por otro lado por un problema de concepto. El Estado-Nacion está determinado por un contexto histórico en el que los hitos, el relato, son impuestos, no propios. Lo que sucediera en Trafalgar o en la Guerra de Sucesión Española es algo que poco tiene que ver con mis afectos, mi comunidad de pares, mis seres queridos o mis objetivos vitales. Sin embargo todo el relato público y, lo que es peor, la legislación derivada, se articula teniendo como base a una comunidad imaginaria configurada en torno a un relato que, en su mayor parte es ajeno a los ciudadanos de a pie. Al final, como sugiere Hobsbawm, y como parece que va calando, por fin, incluso en la izquierda tradicional,el Estado-Nación no es nada más que el relato de las élites. Sean éstas la Casa de Habsburgo, la Iglesia Católica o el Partido Comunista Chino. El relato sólo refleja el juego de tronos, no la marea de fondo. Pero el poder del relato es tan enorme que cuando quienes no forman parte de esas élites hacen propio el relato y asumen los supuestos de dichas élites, pueden llegar a enorgullecerse de morir por esas élites.

De ahí que la idea de acabar con el Estado-Nación no tenga como objetivo promover otros Estados-Nacion, sino destruir el relato actual en favor de uno que de consistencia interna a los afectos, anhelos, objetivos y relaciones de nuestras comunidades reales (seguramente pertenecemos a varias simultáneamente). Y nuestra comunidad real pueden ser nuestros familiares, nuestros vecinos, nuestros pacientes, nuestros compañeros de trabajo…la gente a la que influenciamos y que nos influencia de forma directa y clara. Cada comunidad, en función de aquello que comparta, tendrá su relato, sus mitos y rituales, sus sitios de reunión, sus compromisos, sus obligaciones y derechos dentro de esa comunidad…  Es decir, todo ha de ser articulado en torno a un sistema normativo, legal y administrativo que se adapte bien a la existencia de relatos diversos, organizados de forma estratificada: el confederalismo asimétrico.

Mientras sigamos aceptando la lógica del Estado-Nación, aceptamos, de forma implícita o explícita, los principios de nacionalidad (en vez del de ciudadania) en nuestros prejuicios respecto a la inmigración, estaremos aceptando la lógica de los aranceles que protegen a «nuestras» empresas y que hunden a los productores emergentes, estaremos avalando o simpatizando con reivindicaciones territoriales que nada tienen que ver con nuestras vidas, aceptaremos injerencias constantes en nuestra intimidad en pro de una seguridad nacional, estaremos asumiendo imposiciones ideológicas inausmibles en la educación de nuestros hijos y así hasta el infinito…

En resumen, en los mundos que vienen, es fundamental tomar el control del relato frente a una narrativa global estándar basada en un relato propio de las élites que gira en torno al mayor lastre para la nueva transición, la idea de Estado-Nación. Infinitos relatos superpuestos y basados en hitos emocionalmente relevantes para las comunidades reales, no para las imaginarias.

Carta a mis amigos catalanes…

Estimados amigos catalanes,

En principio esta carta estaba pensada sólo para aquellos de vosotros que defendéis la independencia pero, después de hablar con algunos de vosotros, me he decidido a extenderla a todos los que allí viven. La primera razón es que me es francamente difícil separar los que son y manifiestan como inequívocamente catalanes de los que han nacido, viven, trabajan o comparten simpatía por Cataluña. Empiezo con matices, porque de eso va esta carta, de matices. Y para que nadie deje de sentirse aludido.

La razón de la carta es doble. Por un lado personal… manifestar la profunda tristeza que me provocan los hechos de los últimos días de la forma mas neutra posible. Por otro lado política… no por estar en uno u otro lado, sino por la necesidad que tengo de analizar estos hechos, como cualquier otro en mi vida y trabajo, desde la razón, desde «la evidencia». En definitiva, de dar mi visión para no tener que discutir con ninguno de vosotros de una forma que no sea meditada. O para evitar dichas discusiones que, hoy día, sirven para poco más que para enfadarse.

Escribo porque no entiendo nada… a ver si alguien de los que me conoce me consigue aclarar las cosas, ya que no confío en ninguna opinión que hable en nombre de pueblos, naciones o colectivos, venga de políticos o de los medios. Confío, únicamente, en la opinión de aquellos allegados de los que conozco su contexto. Quizá desde el conocimiento de mis allegados y ahora que estoy lejos llegue a entender la situación global. Yo, por mi parte, utilizaré mis ejemplos, mis tierras y lugares, para ver si podemos entender nuestros contextos…

Empezaré, con lo que yo he entendido hasta ahora, a ver si es que no lo he entendido bien…

Seguramente las razones para la independencia sean muchas y dispares, pero hablaremos de las mayoritarias y de las que muchos de vosotros usáis en vuestras reivindicaciones personales:

  1. El “expolio fiscal”. En el primer punto me gustaría preguntar si referirse a un déficit fiscal como “expolio” se corresponde con la definición exacta de expolio o es un término utilizado de forma deliberada al efecto de sesgar el debate. De provocar posiciones a priori, sentimientos, etc. Como espero que no sea lo segundo, asumiré que es por lo primero.Parece asumido por todos que el resto de España (puntualizo, menos Madrid, Baleares, Navarra, Pais Vasco, La Rioja, Aragón y Valencia) se beneficia de un déficit en la balanza fiscal de Cataluña. Es decir, de un disbalance entre las aportaciones de Cataluña a la caja común del Estado y las inversiones del Estado en Cataluña. Aquí habrá que aclarar que “Cataluña”, como unidad indivisible, no paga impuestos. Los impuestos los pagan sus ciudadanos y sus empresas o sociedades. Por otro lado, que haya 16000 millones de déficit en la balanza fiscal no quiere decir que cada uno de los siete millones y pico de catalanes toque a un porcentaje equitativo de esa cantidad (eso de que cada catalán tocaría a dos mil o tres mil euros más por barba). Mas bien es una media. Pero es probable que si, a cada uno, en particular, le devolviéramos su parte correspondiente de lo que aporta al Estado, los que más saldrían ganando serían aquellos que más aportan… es decir, las grandes empresas, las grandes fortunas, los funcionarios o empleados de empresas con mayores sueldos… Es más, si hiciéramos el cálculo de forma rigurosa, a algún catalán le saldría el saldo negativo, o sea, que le debería dinero al Estado porque lo que aporta no compensa lo que gasta el Estado en él. Pero esto no es así. No es así porque un ciudadano de un Estado en el que la redistribución de la riqueza se asuma como un derecho (y creo que, con todas las imperfecciones, en eso estamos) no puede reclamar para sí, como un expolio contra su persona, algo que, en realidad, es una media de lo que todos aportan en conjunto. Por llevarlo al absurdo… si yo vivo en La Coruña, cerca de Amancio Ortega, no es legítimo reclamar como expolio personal el déficit que el Estado tiene con La Coruña gracias a las aportaciones del hombre mas rico de España.Por qué esto es importante…porque ahora habrá que entrar en las razones de por qué Cataluña tiene déficit fiscal…que no es, ni mas ni menos, que las mismas por las que Madrid tiene un déficit fiscal aún mayor: que el ciudadano medio (¡ojo, el ciudadano medio no es un ciudadano concreto, no sois ni vosotros ni yo!), incluyendo entre los ciudadanos a las “personas jurídicas”, las empresas, paga más impuestos que el ciudadano medio de Asturias…Y, ¿por qué es más rico el ciudadano medio de Cataluña o Madrid?. A mi se me ocurren mil razones y ninguna tiene que ver con lo duro que se trabaja en Cataluña con respecto al resto de España (luego iremos a las odiosas comparaciones). ¿Podría ser porque hay mas sedes de empresas?¿Porque las infraestructuras son mejores que en otros sitios y las empresas se localizan ahí?¿Porque, muy importante, ante la falta de posibilidades en otros sitios, la gente joven y motivada se desplaza a las grandes ciudades en busca de trabajo?¿Porque circunstancias no meritorias, es decir, rentas: ubicación, clima, historia… determinan una ventaja competitiva?Asumiendo que el número de panaderos, funcionarios, limpiadores, enfermeras, gasolineros, etc por habitante sea similar y que los sueldos muy parecidos, el déficit fiscal sólo puede deberse a que o hay más ricos en un sitio o se reciben muchas menos inversiones.Se que hay amigos y no tan amigos que van a Asturias (seguiré con el ejemplo) y no ven más que señales del despilfarro que se hace con su dinero donde yo no veo más que subdesarrollo industrial y de infraestructuras… Pero un ciudadano riguroso se tiene que preguntar si a mismos impuestos recibe los mismos servicios que un asturiano, no si podría tener mucho más dinero en un reparto en el que él saliera más beneficiado. Y yo puedo contestaros, con bastante certeza y sinceridad, que los servicios disponibles para un asturiano son bastante peores que los de un barcelonés. Pero también que los de alguien de Begur… Sin embargo, el Estado se gasta por habitante mucho más en Asturias que en Cataluña…pero ¿no será por que tiene una de las poblaciones más envejecidas de Europa?¿O un éxodo masivo de sus jóvenes, de su población activa?¿O por que sufrió una reconversión industrial bestial sin reinvertir en tejido productivo? ¿Será porque su orografía y clima encarecen dramáticamente sus infraestructuras?¿Será porque hay menos población o está más dispersa?En resumen, que un expolio no puede referirse a un territorio sino a personas físicas o jurídicas y que llamar expolio a la redistribución de la riqueza parece tener segundas intenciones, ya que la realidad parece más compleja que una simple suma y resta.
  2. Historia, cultura y lengua. Vamos a dejar a un lado las puntualizaciones históricas por dos razones: hechos históricos pasados no tienen por qué ser argumentos para relaciones sociales actuales (ni para unir ni para independizar) y la historia parece tener varias interpretaciones dependiendo de quien la escriba. En cuanto a la cultura y la lengua, sólo tengo una pregunta. ¿De verdad la lengua y la cultura catalanas se viven en la cladestinidad, de forma extraoficial y minoritaria? Porque, en los 7 años que llevo en Barcelona, yo sólo veo la preeminencia institucional del catalán y de la cultura en catalań. Ojo, no es una queja, acepto perfectamente que así lo quiera la mayoría. Sólo trato de puntualizar que perseguir la independencia, y arriesgar cierto bienestar, para conseguir algo que ya está conseguido, es, a mi entender, ilógico.Por otro lado, si la consecución de determinados objetivos culturales o lingüisticos es insatisfactoria en estos momentos…¿no existen mecanismos democráticos para cambiar dichas insatisfacciones actualmente?¿Es necesaria la enmienda a la totalidad?
  3. Desafección de España. Esta es la parte que mas lamento…Yo, si algo tengo claro, es que lo que nos une es infinitamente más de lo que nos separa. Y lo que nos separa, es muchísimo menos traumático de resolver que acabar con lo que nos une. Y, ojo, yo no estoy hablando de Cataluña y España. Yo hablo de mis amigos catalanes y de mis amigos españoles. De mis comunidades reales. Ya que me une lo mismo a un catalán con el que no simpatizo como con un extremeño con el que no simpatizo: nada de nada. Catalán, asturiano o español sólo funcionan como simplificadores de mi compleja realidad, distribuida en 3 ciudades, dos pueblos, 3 paises, diversas aficiones y gustos… y eso debe ser así para cada “catalán” o “español”.Pero vamos al meollo con una ilustrativa viñeta…Tan ilustrativa como maniquea…. por dos razones:- La mayoría de los “españoles” no dicen eso de los catalanes. Sí, como no, hay gente que lo dice, incluso cosas peores, como llevar los tanques y esas cosas, pero esa es una inmensa minoría. Una minoría que, por cierto, también existe en Cataluña y en sentido opuesto. El problema es simplificar España o Cataluña como sus partes mas extremas. Volviendo a la viñeta… de la misma forma podríamos hacer una viñeta en la que un catalán le gritara a un español: vago, feixista, expoliador, franquista, lladre, subvencionat, cara dura, borratxo, charnego, botifler, inutil, anti-catalán…todas ellas cosas que también se oyen en algunas minorías, tan minorias como las que dicen lo mismo o parecido de los catalanes. O sea, por la razón que sea, apelar como razón para la desafección que nos maltratan desde España tiene tanta base argumental como apelar a que nos menosprecian con arrogancia para defender los agravios a Cataluña. Si la decisión más importante de la historia moderna española o catalana se va a tomar atendiendo a clichés, tópicos, medias verdades, pasiones o ignorancia lo que se está sembrando va a tener una cosecha catastrófica.

    A mi me podéis intentar convencer de lo contrario, es lo que pretendo, que me argumentéis, pero mi sensación es que, mas allá de las particularidades culturales, compartimos actitudes, formas de pensar, prioridades y respetos. Además de muchos intereses en común. O sea, no se por qué se enfatiza la diferencia.

    Para algunos otros la desafección hacia España viene dada por el “poco respeto a las instituciones catalanas”. Por ejemplo, por el rechazo del Tribunal Constitucional al Estatut de Autonomia. Asumiendo que las instituciones del Estado pueden ser francamente mejorables (tambien las catalanas, no hace falta decirlo), ¿qué hace pensar que las decisiones en contra de determinados artículos de una ley se tomen en función de las ganas de fastidiar a Cataluña?¿En serio creéis que el motivo de revocar una pequeña proporción de los artículos del Estaut se debe a una predisposición a hacer el mal a Cataluña? Que queréis que os diga, como poco me parece endeble como argumento. Yo mas bien tiendo a pensar que son las reglas del juego democrático. La argumentación de por qué se revocan algunos artículos ha de ser jurídica, fundamentada en el derecho, recurrible, etc. Esas son las reglas del juego que nos hemos dado. Eso es así en España, pero también en Europa. Habrá veces que consigamos todo lo que queramos, otras veces que los intereses choquen contra los de otras regiones o paises, otras veces que encontremos aliados. Quiero pensar que si se revocan determinados artículos de una ley es por que no se ajustaban a derecho perfectamente. O, al menos, cabía interpretaciones de la ley en las que dichos artículos no eran aprobables. No seré yo quien defienda al Tribunal Constitucional, pero la democracia es un juego de contrapoderes. Imaginemos que desde el parlamento de Cataluña se aprueban cosas que, por más que hayan sido refrendadas, no se ajustan a la legislación europea, española…es decir, al marco jurídico en el que vivimos. O, llevándolo al extremo, que la población catalana decide hacer una ley que influye en las leyes u organización administrativa de otras regiones… tiene entonces que haber mecanismos que compensen esas posibles injusticias, que las maticen, que delimiten sus interpretaciones… porque, ojo, “el pueblo” puede, a través de sus representantes, de manera perfectamente democrática, decidir cosas completamente ilegales. Democracia no es (sólo) votar en referendum. Democracia es respetar la ley y, muy importante, a las minorías. Y cambiar las cosas debe realizarse mediante pactos, mediante diálogo, convenciendo, sumando apoyos… si un catalán convence a un andaluz de lo injusto de su situación, no me cabe la menor duda de que ese andaluz también apoyará esa reivindicación concreta. Eso es política.

Esas son las tres razones mayoritarias que se suelen esgrimir en favor de la independencia. Yo he intentado, durante 7 años, tratar de encontrar argumentos basados en la razón para entender las posturas independentistas. No lo he conseguido. No me han faltado ganas y disposición, pero me ha sido imposible entender las razones desde una perspectiva racional. Otra cosa diferente  es que se trate de sentimientos. Entonces ya estamos hablando de algo que nunca podré entender, porque, efectivamente, mis contextos son otros. Pero recordad que tomar decisiones políticas con la viscera en lugar de con la razón, no suele traer cosas buenas.

En ese caso, en caso de que procediérais a la independencia, me gustaría al menos creer que habéis pasado por este trayecto:

  •  Que naciones y nacionalidades no son mas que constructos convencionales, no esencias inmutables. Que los afectos no se dan a gran escala sino a pequeña escala. Que lo que os une a “Cataluña” a todos y cada uno del resto de “catalanes” no es más que una unidad administrativa. Ni intereses, que no son los mismos para Isidre Fainé que para Xavi Hernandez. Ni objetivos, que no son los mismos para el director de ESADE que para mis amigos médicos. Ni lengua, ya que hay catalanes de lengua castellana, catalanes de lengua catalana, catalanes bilingües y catalanes (ciudadanos de cataluña) de lengua china, árabe, francesa o rumana. Ni nacimiento, ya que hay catalanes nacidos en todas partes del mundo y que son ciudadanos de Cataluña y ciudadanos nacidos en Cataluña que viven y se sienten de otras partes del mundo.
  • Que si lo único común a todos es una Unidad administrativa, siempre hay que plantearse si lo que sucede ahora beneficia a todos y cada uno de los que pertenecen a dicha unidad administrativa o si puede haber algún interés particular en los administradores de dicha unidad. En el caso concreto que nos ocupa, si la desastrosa gestión de los dos últimos años, que se va a concretar en una (casi) mayoría absoluta, no tiene nada que ver en que cambiara drásticamente y sin precedentes que permitieran intuirlo, el discurso político predominante. De los recortes, la corrupción y la bancarrota a la independencia y el modelo de Estado.
  • Que si, finalmente, Cataluña decide la independencia, se habrán tenido en cuenta todos los aspectos prácticos (no sólo los formales). Es decir, quien tendrá la ciudadanía, quienes no, si no sólo habrá reparto de beneficios sino de la deuda acumulada, si se tendrán en cuenta las repercusiones económicas y sociales y, sobre todo, si no hay alternativa menos traumática para la satisfacción de las demandas específicas que ahora se aducen como razones para independizarse.
  • Que tenéis claro que el nacionalismo (y sus variantes étnicas y religiosas) no es una teoría nacida en la academia, no es una actitud política emanada de la razón, no es una posición deliberativa sino la utilización política de un sentimiento. Y que la identidad ha sido usada por los gobernantes como herramienta infalible para someter a los pueblos o para aglutinarlos en torno a sus politicos desde tiempos inmemoriales… de los aztecas a Roma, de los cruzados al Islam, de Las Malvinas a Gibraltar…
  • Que cuando habláis de «expolio», de los españoles que no trabajan, de los que viven de las subvenciones, de los que os hacen la vida imposible, de los que no entienden vuestra lengua ni se esfuerzan en ello… penséis en mí. Y en tantos otros como yo. Y analicéis de forma crítica si estáis siendo justos. Que penséis si los pescadores, mineros, ganaderos, agricultores, trabajadores del metal, de los astilleros, de la construcción, etc asturianos son mas o menos vagos que los informáticos, financieros, editores, diseñadores, hosteleros, etc de Barcelona. Y si  de verdad creéis que los primeros ganan más que los segundos. Y si esos matices pueden tener algo que ver en el déficit fiscal en vez de en la vagancia y las ganas de robar.
  • Que, con todo lo lamentable del Gurtel, Pokemon, Campeón, etc, vais a saber ver la viga en el propio ojo de forma tan escrupulosa.
  • Finalmente que, en un hipotético proceso constituyente catalán, habrá ley, habrá elecciones pero, sobre todo, habrá respeto a las minorías. En ese caso, no me resignaré pero, al menos, podré seguir discrepando

En resumen, amigos, necesito herramientas para poder entender lo que pasa…por más que leo y os escucho, no encuentro nada que me satisfaga intelectualmente que justifique la deriva.

 
ACTUALIZACIÓN

La viñeta que he puesto es una viñeta que saqué de un email que circula por Cataluña (al menos así me llegó a mí). La verdadera viñeta está más matizada y la pongo debajo. De todas formas, el mensaje en sí, no cambia sustancialmente.

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